ESCRIBIR ES TOMAR DECISIONES
En un reportaje realizado a Julio Cortázar en el año 1973, al preguntársele a qué edad había comenzado a escribir, el autor respondió:
“Bueno, mi madre dice que empecé a los ocho años, con una novela que ella guarda celosamente a pesar de mis desesperadas tentativas por quemarla. Además, parece que le escribía sonetos a mis maestras y a algunas condiscípulas, de las cuales estaba muy enamorado a los diez años: esos maravillosos amores infantiles que lo hacen a uno llorar de noche”- |
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Es fácil caer en la tentación de decirse: “Bueno, era Cortázar”, sin embargo pronunciamos esa certeza, contando con la ventaja de conocer el final de la historia de este autor. Cabe preguntarse si a los ocho años la mamá y las maestras podían anticipar quién iba a ser, en el mundo de las letras, Julio Cortázar, o si, sencillamente, guardaron sus primeras escrituras de la misma forma que atesoramos los primeros garabatos de nuestros hijos, pegados en la puerta de la heladera o guardados en una hermosa caja de recuerdos. Existe en este sentido una tensión constante en las aulas que debemos resolver:
¿Enseñamos Lengua como una formula con pasos memorizados o propiciamos situaciones para que los alumnos tengan la posibilidad de apropiarse del Lenguaje como práctica social y, a partir de ello, reflexionar sobre este objeto tan particular? Ambos posicionamientos implican despliegues didácticos diferentes. Veamos dos ejemplos.
Alumnos de 2° grado, con sus siete añitos, escribieron en grupo el siguiente texto:
BRUNO, EL PERRO TRAVIESO
Había una vez un perro que se llamaba BRUNO. Él era travieso, juguetón, limpio y cariñoso. Bruno tenía dueños, ellos lo habían encontrado en la calle y por eso siempre se escapaba. Él extrañaba mucho a sus padres y los quería ver. Un día se escapó y se perdió en el bosque. Los dueños se preocuparon mucho y lo buscaron desesperados. Después de varias horas lo encontraron a Bruno y a sus papás y los llevaron a la casa.
Finalmente todos vivieron felices, los señores adoptaron a los padres de Bruno y nunca más, él se escapó.
Los autores de este cuento fueron Maximiliano Coronel, Thiago Núñez y Nicolás Binjakonskis. Todos de entre siete y ocho años.
Llevar a cabo esta producción llevó más de un mes de trabajo y constituyó el proyecto de fin de año que concluyó en el armado de un libro de cuentos para sus familias. Ello implicó durante todo el proceso tomar decisiones tales como: el tema a desarrollar, el título, los elementos de la introducción, cuál iba a ser el conflicto, si la resolución era positiva o negativa, y las posteriores correcciones ortográficas. Leerles a los otros grupos la producción, evaluarlas y revisarlas hasta decidir que estaba lista.
ESCUELA DE FRONTERA BILINGÜE
Los alumnos de 5º grado han iniciado un intercambio de cartas con alumnos de la escuela Nª 836 de Misiones. La misma es bilingüe castellano-guaraní. Nuestros alumnos quedaron impactados por lo narrado por los chicos de la aldea Jejy y escribir las cartas para responderles implicó nuevamente la toma de decisiones: ¿respondemos en forma individual, por grupos o armamos una carta de todo el grupo? ¿Comenzamos respondiendo lo que nos preguntan? ¿Qué queremos saber de ellos? ¿Vamos a continuar la comunicación por un tiempo o en esta carta finalizamos el proyecto? En ese caso, ¿qué elegimos contar y decir si es la única carta a mandar o qué elegimos contar y decir si vamos a continuar?
¿Podemos preguntarles qué significa tener un cacique, de qué se ocupa?
¿Les llamará la atención que no sepamos, creerán que entre nosotros también hay uno? ¿La hija del cacique que va a la escuela, tiene que hacer cosas diferentes en su grupo? ¿Cuánto tiempo hablan en el colegio en castellano y cuánto tiempo en guaraní? ¿Les podemos pedir que nos escriban la carta en castellano y en guaraní? ¿El guaraní se puede escribir, sus sonidos tienen escritura propia o se adaptaron al castellano? ¿Por qué tienen huerta en la escuela, duermen en la semana ahí? Éstas y muchísimas más preguntas determinaron decisiones a la hora de escribir, desde el contenido y la forma. A ello le sumamos la riqueza cultural del proyecto.
Tanto en 2º grado como en 5º, la escritura fue decidida como lectores. Escribir implica ser simultáneamente un lector, ponerse en la piel de quien va a leer. ¿Si lo digo así, me va a entender?
¿Uno escribe como piensa, o hay diferencias entre el pensar, el hablar y el escribir?
Para aprender a escribir, hay que escribir, no memorizando fórmulas de escritura, sino reflexionando sobre el sentido de las decisiones que se toman al concretar la escritura. Pero para ello es necesario permitirles escribir sin miedo. No centrarse en la corrección inmediata que censura, sino en la reflexión que posibilita conocer y comprender. Seamos como la madre de Cortázar, permitamos que escriban y guardemos celosamente esos escritos. Nunca se sabe…
Claudia Verena Sterman