QUÉ LINDOS MOMENTOS PASAMOS EN LOS SALONES…
Una mañana les comuniqué a los chicos de quinto año que comenzábamos a leer un nuevo cuento… ellos me miraron como lo hacen todos los días, yo pensé: “seguro les va a gustar”. Tenía muchas expectativas por ver sus expresiones al leer “El potrillo roano” de Benito Lynch, un cuento de los campos porteños.
En esta historia el autor escribe recordando al caballo que fue su compañero de juegos en la infancia. Se explaya logrando que la acción esté centralizada en el potrillo roano. Es la iniciación del afligido Mario, (niño protagonista), en los misterios del destierro, la vastedad de la pampa amenazadora y la inminente pérdida de un ser amado, próximo a ser sacrificado por la sentencia inapelable de la justicia humana.
El campo es para Mario algo oscuro, tempestuoso, infinito, eterno y abismal y echar al potrillo era tan atroz como inhumano.
Es un cuento que dejó en los chicos un sentimiento de ternura como la infancia inocente, puede ser leído por niños y adultos, a los adultos nos conduce a recordar aspectos del comportamiento infantil, a repensar cómo impactan, en la mente de un niño, actitudes y palabras de los “GRANDES”.
Esta historia en el aula llevó al reconocimiento del VALOR que un animal, una mascota, un objeto o un juguete, tienen para “ALGUIEN” que proyecta en ellos su infancia, un valor tan revelador como significativo.
MARÍA FABIANA SÁENZ
LENGUA 5º/6º
Benito Lynch (1880-1951) |
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Novelista argentino, nacido en Buenos Aires en 1880 y muerto en La Plata en 1951. De familia de hacendados, fue un buen conocedor del ambiente de las estancias pampeanas, en una de las cuales pasó su niñez.
Cultivó la novela gauchesca. La pampa argentina y sus habitantes constituyen el núcleo principal de su obra. Sus narraciones, de tono pesimista, reflejan el lenguaje del gaucho. De su producción, conviene destacar las novelas tituladas Plata dorada (1909), Los caranchos de la Florida (1916), Raquela (1918), Las mal calladas (1923), El inglés de los güesos (1924), El romance de un gaucho (1933); las novelas breves El antojo de la patrona (1925) y Palo verde (1925); y sus cuentos reunidos en La evasión (1922) y De los campos porteños (1931). |
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